lunes, 1 de mayo de 2017

Biopsicología de los trastornos psiquiátrico

Biopsicología de los Trastornos
Psiquiátricos

Esquizofrenia

La esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta al paciente deteriorando sus capacidades en diversos aspectos psicológicos, como el pensamiento, la percepción, las emociones o la voluntad.
Los pacientes esquizofrénicos pueden perder el contacto con la realidad (psicosis), sufrir alucinaciones, delirios (creencias falsas), tener pensamientos anormales y alteración del funcionamiento social y laboral.
Causas: El origen de la esquizofrenia no se conoce con certeza. No obstante, en los últimos años se han logrado algunos avances que permiten señalar diversos factores responsables del trastorno

Tipos

Algunos investigadores creen que la esquizofrenia es un trastorno aislado, mientras que otros creen que es un síndrome (un conjunto de síntomas) basados en numerosas enfermedades subyacentes. Se han propuesto subtipos de esquizofrenia en un esfuerzo de clasificar a los pacientes dentro de grupos más uniformes. Sin embargo, en un mismo paciente, el subtipo puede variar a lo largo del tiempo.
  • Esquizofrenia paranoide: Es el subtipo más frecuente. Predominan las ideas delirantes de persecución o de perjuicio de otras personas hacia el paciente.
  • Esquizofrenia hebefrénica: En ella predominan las alteraciones en las emociones. Son características las manifestaciones de lo que se denomina incongruencia emocional en las que, por ejemplo, el paciente se ríe sin motivo aparente. Su comienzo es más precoz que la anterior y más grave.
  • Esquizofrenia catatónica: Se caracteriza por alteraciones motoras, generalmente inmovilidad persistente, aunque puede alternar con crisis de agitación o puede presentar movimientos repetitivos. Suele responder mejor al tratamiento.
  • Esquizofrenia indiferenciada: Cuando una esquizofrenia no reúne los criterios de los subtipos anteriores o presenta varios de ellos se le llama indiferenciada.
Aunque estas divisiones se siguen utilizando, hoy se tiende a valorar y diferenciar estos trastornos en función de la predominancia de síntomas positivos o negativos y, sobre todo, a medir la intensidad de cada uno de estos síntomas mediante cuestionarios escalas. Esto permite evaluar al paciente en diversos momentos de su evolución, así como la efectividad de los tratamientos.



Tratamiento:
El tratamiento de la esquizofrenia es farmacológico, principalmente con neurolépticos o antipsicóticos. Se diferencian dos tipos de antipsicóticos:
  • Los clásicos: la clorpromazina, el haloperidol o la tioridazina.
  • Los neurolépticos atípicos: clozapina, risperidona, olanzapina, ziprasidona o quetiapina
Ambos grupos tienen en común la capacidad de corregir desequilibrios de los neurotransmisores, sobre todo la dopamina, y aliviar los síntomas positivos. Sin embargo, los neurolépticos atípicos tienen especial capacidad de conseguir el desequilibrio del neurotransmisor serotonina. A ello se ha asociado la efectividad de este tipo de neurolépticos sobre los síntomas negativos. Los neurolépticos atípicos tienen además la ventaja de producir menos efectos secundarios.
En casos muy concretos, como la escasa respuesta al tratamiento con medicamentos, con grave riesgo de suicidio o agresión hacia otros, en el subtipo de esquizofrenia catatónica puede estar indicado el tratamiento con electroshock. Pese a su mala prensa, las condiciones de aplicación actual del electroshock hacen que sea un procedimiento seguro, además de muy eficaz.
Los tratamientos antipsicóticos han permitido que, en la mayor parte de los casos, el paciente con esquizofrenia pueda vivir en comunidad. Es extraordinariamente importante aprovechar esta posibilidad y combinar el tratamiento farmacológico con una serie de medidas destinadas a que el paciente esté ocupado y activo.
Estas medidas constituyen lo que se denomina terapia psicosocial. Precisa de mecanismos asistenciales como por ejemplo, talleres ocupacionales, centros de día, centros de salud mental y grupos de autoayuda.
El diálogo entre paciente con esquizofrenia y el médico puede ser un instrumento terapéutico importante, si tiene como fin que el enfermo conozca su patología. El médico le puede enseñar a convivir con la patología y a utilizar sus propios recursos psicológicos y ajenos -familia, amigos, apoyo-, para acercarse más a su entorno.
Por otra parte, es importante que el psiquiatra informe tanto al paciente como a los familiares con los que convive sobre las características sintomáticas de la enfermedad y les ayude a distinguir cómo se han manifestado en su caso particular, con vistas a prevenir o intervenir en caso de reagudización. También es importante que el psiquiatra informe sobre los tratamientos antipsicóticos, sus efectos y ventajas, y los posibles efectos adversos.
Además es necesario que el psiquiatra ayude al enfermo y allegados a que consigan una comunicación adecuada en el medio familiar. Otras técnicas de psicoterapia individual, por ejemplo las de tipo psicoanalítico, no parece ser eficaces en la esquizofrenia.

Trastornos afectivos: Depresión y Manía

Depresión:
Ocasionalmente, todos nos sentimos melancólicos o tristes, pero estos sentimientos, por lo general, son pasajeros y desaparecen en unos días. Cuando una persona tiene un trastorno depresivo, este interfiere con la vida diaria y el desempeño normal y causa dolor tanto para quien padece el trastorno como para quienes se preocupan por él o ella. La depresión es una enfermedad común pero grave y la mayor parte de quienes la padecen necesitan tratamiento para mejorar.
Muchas personas con una enfermedad depresiva nunca buscan tratamiento. Pero la gran mayoría, incluso aquellas con los casos más graves de depresión, pueden mejorar con tratamiento. Intensivas investigaciones de la enfermedad han resultado en el desarrollo de medicamentos, psicoterapias, y otros métodos para tratar a las personas con este trastorno incapacitante.







Manía: 
La manía se considera uno de los trastornos del estado de ánimo, contrapuesto a la depresión. Es importante resaltar la diferencia entre la manía, entendida como una patología psiquiátrica, y el sentido coloquial de “tener manía a algo o a alguien”, que denota un sentido de “tener aversión a”.

En este trastorno, la persona que padece un estado de manía presenta un estado de ánimo anormalmente eufórico y exaltado, un excesivo humor, que puede manifestarse como una euforia o una gran irritabilidad y excitabilidad. Muy a menudo se acompaña de ideación cercana a los delirios de grandeza, excesiva alegría, excitación y de conducta desinhibida.

Cuando el episodio de ánimo anormalmente eufórico no interfiere con la vida diaria de la persona por no ser de una intensidad suficiente, se considera hipomanía (manía leve).
Muy a menudo, los episodios de manía y de depresión se presentan de manera alterna en un mismo paciente, catalogándose de “trastorno bipolar”.





Trastornos de Ansiedad


La ansiedad es un mecanismo adaptativo natural que nos permite ponernos alerta ante sucesos comprometidos. En realidad, un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas. Una ansiedad moderada puede ayudarnos a mantenernos concentrados y afrontar los retos que tenemos por delante.
En ocasiones, sin embargo, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve desbordado y funciona incorrectamente. Más concretamente, la ansiedad es desproporcionada con la situación e incluso, a veces, se presenta en ausencia de cualquier peligro ostensible. El sujeto se siente paralizado con un sentimiento de indefensión y, en general, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Se dice que cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera como un trastorno.




Síndrome de Gilles de la Tourette

El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico caracterizado por movimientos repetitivos, estereotipados e involuntarios y la emisión de sonidos vocales llamados tics. El trastorno lleva el nombre del doctor Georges Gilles de la Tourette, neurólogo pionero francés quien en 1885 diagnosticó la enfermedad en una noble francesa de 86 años.

Los primeros síntomas del síndrome de Tourette se observan casi siempre a partir de la niñez, iniciándose generalmente entre los 7 y 10 años de edad. El síndrome de Tourette afecta a personas de todos los grupos étnicos, aunque los varones se ven afectados con una frecuencia entre tres o cuatro veces mayor que las mujeres. Se calcula que 200,000 norteamericanos padecen de la forma más severa del síndrome de Tourette mientras que una de cada cien personas presenta síntomas más leves y menos complejos, tales como tics motores o vocales crónicos o los tics pasajeros de la niñez. Aunque el síndrome de Tourette puede manifestarse como condición crónica con síntomas que persisten durante toda la vida, la mayoría de las personas que padecen del mal presentan los síntomas más severos durante los primeros años de adolescencia y van mejorando al avanzar hacia la fase más tardía de la adolescencia y posteriormente en la madurez.



Referencias

Pinel, J. (2007). Biopsicología. Madrid, España. PEARSON EDUCATION. Cap. 18.

NIH (2015). Esquizofrenia.
Recuperado de: https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000928.htm

NINDS (2012). Síndrome de Tourette.
Recuperado de: http://espanol.ninds.nih.gov/trastornos/sindrome_de_tourette.htm




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